viernes, 6 de mayo de 2011

Son Miradas...

                Existen muchas maneras de mirar. Miradas que trasmiten todo lo que quiere transmitir la persona, miradas que ocultan más de lo que expresan, miradas que tratan de mostrar algo pero no saben cómo, miradas frías e intimidantes… Y muchos, muchos tipos o maneras de mirar que quizás nunca a llegas a verlas todas. Pero es curioso que las personas busquen de manera incesante una sola manera de mirar. Aquella que le da la persona a la que quieren. Ese brillo en la mirada que notas cuando te observan. Esa pequeña sonrisa acompañada de la felicidad que muestra su mirada, esa felicidad que tú le das porque estás a su lado. Todo el mundo busca esa dependencia de tener alguien a su lado con quien pasar su vida, con quien compartirlo todo, con quien sentirse vivo y querido pase lo que pase.
                Nunca entendí porque la gente se volvía tan loca con esto. Porque dependía tanto de esa otra persona, porque sufría lo indecible por poder volver a tener esa mirada a su lado, esa sonrisa, ese cariño que les falta… No lo entendía hasta que lo viví…
                Un día, sin un porque, cuando menos me lo esperaba, cuando menos lo pensaba…De pronto apareció… Se cruzó en mi camino. Su presencia llena de seriedad e indiferencia pero sin embargo…con unos ojos que expresaban todo aquello que su cuerpo se negaba a mostrar… Como una cárcel que encerraba todo el sentimiento que llevaba por dentro y que solo se podía ver a través de dos pequeñas ventanas con rejas…
                Fue una sensación de lo más extraña. Mi estómago parecía estar revuelto, mis manos temblaba ligeramente y mis respiración se paró durante los instantes que mis ojos se cruzaron por primera vez con la mirada de la persona que se mostraba ante mí. Y después de la sensación extraña, vino la atracción… Una atracción que provocaba que me acercara, que provocaba la necesidad en mí de saber quién era persona que en un solo segundo había cambiado en mí la manera de ver algo que antes no podía entender.
                Y empecé a conocer a esa persona, poco a poco, paso a paso, con paciencia y sin decaer. Y cuanto más conocía más me gustaba… No tenía una razón lógica, no podía explicar porque esa persona me gustaba de esa manera. ¿Qué tenía de especial? Y entonces la miraba a los ojos y lo veía… Esa manera de decirte todo pero sin decirte nada. Sus miedos, sus dudas, su necesidad de mantenerme a su lado pero sin agarrarme con la mano… El cariño que transmitía con su mirada…
                Me encantaba… Simplemente me encanta… Esa mezcla de emociones que tenía en tan solo una mirada… Mientras su mano me decía adiós, su mirada me decía quédate. Mientras su mirada mostraba un miedo enorme ante lo que estaba pasando, me abrazaba con fuerza sin dejarme escapar, sin permitir que me fuera de su lado.
                ¿Dónde había quedado esa persona indiferente que había conocido? Seguía ahí a mi lado, mirando los coches pasar mientras pensaba en sabe dios qué. Pero ¿qué era diferente ahora?
                Que ya no veía a esa persona con los mismos ojos. Para mí no era la persona indiferente que conocí… Era una persona que mostraba las cosas a su manera. Que decía con la boca no mientras su cuerpo decía sí. Empecé a entender su manera de decirme las cosas, empecé a entender que me gustaba aprender todo lo posible de esa persona…
                Tirarme horas sentada a su lado mientras hablamos de momentos de nuestras vidas y nos miramos con intensidad, mientras mi mano acaricia la suya o mientras la suya acaricia mi cara con delicadeza…
                Durante esas horas que compartimos para mí el mundo desaparece. Es como darle al pause y que nada ocurra a tu alrededor. Solo estamos nosotros dos y nuestras experiencias en la vida, nuestros momentos compartidos, nuestras dudas, nuestras valías, nuestras muestras de cariño, nuestras risas, nuestras miradas… Miradas que dicen tantas cosas….
                Cada momento que comparto con esta persona, cada momento que estoy con esta persona… Es lo mejor que me ha pasado en tiempo, lo disfruto al máximo y me da una sensación de tranquilidad… De paz…Que podría pasarme toda la vida abrazándole y disfrutando de su mirada…
                Siempre me consideré una chica feliz, que aprecia las cosas que tiene sin ser muy ambiciosa… Pero lo que ahora siento… Es algo que nunca antes había sentido… Algo que me llena por dentro, me completa…
                Una mirada…Una simple mirada y ya puede caer una bomba a mi lado que yo quedaré hipnotizada por esa mirada, con una sonrisa tonta en la cara y sintiéndome la chica más afortunada por poder tener este sentimiento dentro de mi…
                               
               
               

No hay comentarios:

Publicar un comentario