lunes, 30 de mayo de 2011

Adiós Compañero.

No encuentro las palabras adecuadas para poder describir como me encuentro ahora mismo. Hoy es uno de esos días que deseas olvidar, hacer como si no hubiese pasado o simplemente no haberlo vivido. Pero es ley de vida, es algo que pasa y aunque es muy, muy triste tienes que aprender a vivir con ello.
Hoy hemos dado nuestro último adiós a un compañero que tenía sus sueños como todos nosotros y una larga y gran vida por delante con muchos triunfos lo más seguro. Una persona que hoy se demostró que mucha gente quería y apreciaba. No había sitio en donde se realizó el acto de despedida para acogernos a todos, imaginaros cuantas personas había.
Y aunque nunca fui una persona muy cercana a él, es algo que no deseas que le pase a absolutamente a nadie. Es algo…super triste que te deja tocado quieras o no quieras. Ver a la familia llorando, amigos, la hermana sujetando ese ocho que le quitó la vida… Fue algo muy, muy duro que no se olvida con facilidad. Si yo ya me siento mal, no quiero saber cómo se sentirá toda esa gente que era tan cercana a él.
Esta pequeña publicación va por Guille. Porque nadie merece que le pase algo así en la flor de la vida. Por ser un gran compañero de clase.
Pero la vida sigue, hay que vivir el día a día, disfrutar al máximo, dejarse de tonterías ya que nunca sabes que te podrá pasar.
D.E.P.

sábado, 14 de mayo de 2011

Una Carta...

Fecha: 27/01/2009

Hola:

Supongo que te parecerá raro empezar a leer todo esto. Podría contártelo de otra manera pero no me atrevo a decírtelo sino es mediante esto. Además, así no podrás alcanzarme una vez lo termines de leer, en el caso de quieras hacer alguna locura. Bueno, sinceramente, ahora mismo ni siquiera se si te la daré de verdad. Quizás simplemente lo escriba para quedarme yo más tranquila.

Ya casi puedo ver tu cara de extrañado y quizás pensando “que venada le acaba de dar a esta”. Bueno, supongo que es normal. Todo el mundo tiene secretos. Pero en este caso, este secreto no me deja tener una vida tranquila, ni ser quien de verdad soy.

¿Recuerdas cuando nos conocimos? Va a hacer ahora ya un añito. Yo acababa de terminar los exámenes y me dedicaba a la buena vida de estudiante de 1º de universidad, entre clase y clase. Y entre esas clases, un día apareciste tú. Sinceramente, el primer día ni siquiera me causaste una buena impresión jaja Me pareciste demasiado mmm como decirte…. Demasiado educado y bueno. Eras un chico raro y quizás, en el fondo, fue eso lo que me engancho. Además de tu pelo corto entre rubio y castaño, suelto al aire, tus ojos verdes con los que me mirabas y tu bella sonrisa. Pero sobre todo, tu voz. Dios, ¡escuchar tu voz se convirtió en una droga para mi todo este tiempo! No se cuanto tiempo nos pasamos hablando, pero lo que si se, es que esa mañana me perdí las restantes clases sin darme ni siquiera cuenta.

Y a partir de ese día, vinieron otros muchos más. Encontrarnos y pararnos hablar, como si fuéramos amigos de toda la vida, se convirtió en algo de lo más natural para nosotros. Era como si conectáramos perfectamente, eras la ficha del puzzle que me faltaba.

Pronto pasó el cuatrimestre y llegaron los exámenes, en donde tu como buen caballero, y ya gran amigo mío sin remedio, te ofreciste a ayudarme a estudiar. Que tardes esas. Compartir cada tarde contigo, en el salón de tu casa, era tocar el cielo cada día. ¿Por qué no me di cuenta de todo esto antes?

Nunca lo sabré…supongo que en el fondo ya admitía que estarías conmigo para siempre. Pero claro, pensar no vale de nada, ya que nadie puede leer la mente de otra persona. Nos llegó el verano tras unos exámenes, que a pesar de casi no haber estudiado nada, nos habían salido muy bien. Empezamos a quedar casi todos los días para ir a cualquier lado, con tal de estar los dos juntos. A compartir cosas, que antes no hacíamos.

El calor del verano no ayuda cuando se trata de que dos personas se crean solo amigos. Pero claro, ¿no íbamos a pasar toda la vida pensando eso,  no? Llegaron los días antes a irme de viaje y tú estuviste más raro de lo normal. Me desviabas la mirada, evitabas que nos cogiéramos la mano como siempre. No sabía que te pasaba….hasta que me enteré. Te habías enamorado de mí.

Realmente, nunca supe por que esa tarde de verano, 31 de julio, te rechace. Se que te parecerá raro pero no se por que lo hice. Y ahora me arrepiento tanto de haberlo echo. Y es eso lo que más me duele ahora mismo. El echo de pensar que hubiese pasado si esa tarde, de verdad te hubiese dicho lo que sentía pero aún no lo quería ver.

Y me fui. Durante un mes en donde no volvimos a hablarnos. Deberían haber sido unas bonitas vacaciones, visitando París. Pero en cada esquina, en cada calle, en cada pareja que cruzaba ante nosotros… solo nos veía a los dos juntos. Y es lo normal, después de todo, París es la ciudad del amor pero mi amor estaba a kilómetros de distancia y yo sin darme cuenta. Solo pensaba que echaba de menos a mi amigo, que ingenua era ¬¬”

Cuando volví y nos reencontramos en la universidad, supe que nada volvería a ser lo mismo. Unas barreras se habían construido entre nosotros durante este mes separados y parecía imposible tirarlas abajo. Y todo el mundo lo notó, notó nuestro distanciamiento. Lo que antes eran unas mañanas paseando por la universidad junto a ti, ahora se convirtió en un corre que te corre entre clase y clase para no llegar tarde, o en sentarse en una mesa para hacer un trabajo. Nuestras conversaciones se limitaban a cuando salíamos todos juntos un jueves o sábado o a simples “holas” en el pasillo. ¿Dónde había quedado todo lo que habíamos pasado juntos?

Y los meses corrieron sin piedad, sin que nosotros mejoráramos. Hasta que llegó mi cumpleaños. Seguramente, el alcohol de esa noche ayudo bastante. Pero esa noche, todas las barreras volvieron a romperse. Y por esa noche, a ti te dio igual que te rechazara y a mi me dio igual que te viera solo como amigo. Esa noche, mientras me agarrabas por la cintura y me pegabas a ti para bailar una canción movida, no nos importó nada más, que nosotros dos y esa canción “One more Night” ¿Recuerdas?

Al día siguiente, cuando nos volvimos a ver, supe que no volveríamos a ser lo que éramos pero si que podíamos acercarnos algo a lo que fuimos. Tu dolor al verme y mi ignorancia respecto a mis sentimientos, lo impedía. Pero fuimos tirando mientras los días seguían pasando. Para mi tenerte a mi lado era algo tan normal, como el hecho de tener que comer todos los días. Nunca me paraba a pensar que no dejabas de ser un hombre, y que como hombre tus ojos se cruzaban con mujeres que te eran atractivas. No podía pensarte compartiendo, lo que compartías conmigo, con otra mujer.

Pero pasó. Y mi imaginación se volvió realidad. Mi triste y actual realidad. Apareció otra chica para quitar mi clavo y poner el suyo. Y yo noté de esta forma tan dura, como sangraba dentro de mí….el clavo que tú tenías clavado profundamente en mi corazón.

Suelen decir “más vale tarde que nunca” pero en mi caso es mejor decir “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” por que por mucho que ahora sepa lo que siento por ti, no va cambiar nada. Tú ahora eres feliz y eso en el fondo, es lo que me importa. Tu felicidad.

No se si al final, algún día llegarás a leer esta carta. Ni tampoco si llegarás a leer estas líneas finales. Pero si lo haces, que sepas que tu marca en mi vida fue una bonita historia mientras duró. Pero como todo lo bueno tiene un final, el nuestro es hoy. No me guardes rencor por intentar alejarme de tu vida pero yo no soy la chica fuerte y valiente que te creías. Yo no puedo soportar estar a tu lado sabiendo lo que se a pesar de que tu hiciste lo mismo por mi. ¿Egoísta? Puede ser, pero no puedo remediarlo.

Son las 8 de la mañana, un nuevo día empieza a nacer y con el… mi nueva vida, sin ti a mi lado. Nunca te olvidaré del todo, por algo eres mi primer amor, y por primera y última vez, quiero que sepas que te quiero.

Adiós.

viernes, 6 de mayo de 2011

Son Miradas...

                Existen muchas maneras de mirar. Miradas que trasmiten todo lo que quiere transmitir la persona, miradas que ocultan más de lo que expresan, miradas que tratan de mostrar algo pero no saben cómo, miradas frías e intimidantes… Y muchos, muchos tipos o maneras de mirar que quizás nunca a llegas a verlas todas. Pero es curioso que las personas busquen de manera incesante una sola manera de mirar. Aquella que le da la persona a la que quieren. Ese brillo en la mirada que notas cuando te observan. Esa pequeña sonrisa acompañada de la felicidad que muestra su mirada, esa felicidad que tú le das porque estás a su lado. Todo el mundo busca esa dependencia de tener alguien a su lado con quien pasar su vida, con quien compartirlo todo, con quien sentirse vivo y querido pase lo que pase.
                Nunca entendí porque la gente se volvía tan loca con esto. Porque dependía tanto de esa otra persona, porque sufría lo indecible por poder volver a tener esa mirada a su lado, esa sonrisa, ese cariño que les falta… No lo entendía hasta que lo viví…
                Un día, sin un porque, cuando menos me lo esperaba, cuando menos lo pensaba…De pronto apareció… Se cruzó en mi camino. Su presencia llena de seriedad e indiferencia pero sin embargo…con unos ojos que expresaban todo aquello que su cuerpo se negaba a mostrar… Como una cárcel que encerraba todo el sentimiento que llevaba por dentro y que solo se podía ver a través de dos pequeñas ventanas con rejas…
                Fue una sensación de lo más extraña. Mi estómago parecía estar revuelto, mis manos temblaba ligeramente y mis respiración se paró durante los instantes que mis ojos se cruzaron por primera vez con la mirada de la persona que se mostraba ante mí. Y después de la sensación extraña, vino la atracción… Una atracción que provocaba que me acercara, que provocaba la necesidad en mí de saber quién era persona que en un solo segundo había cambiado en mí la manera de ver algo que antes no podía entender.
                Y empecé a conocer a esa persona, poco a poco, paso a paso, con paciencia y sin decaer. Y cuanto más conocía más me gustaba… No tenía una razón lógica, no podía explicar porque esa persona me gustaba de esa manera. ¿Qué tenía de especial? Y entonces la miraba a los ojos y lo veía… Esa manera de decirte todo pero sin decirte nada. Sus miedos, sus dudas, su necesidad de mantenerme a su lado pero sin agarrarme con la mano… El cariño que transmitía con su mirada…
                Me encantaba… Simplemente me encanta… Esa mezcla de emociones que tenía en tan solo una mirada… Mientras su mano me decía adiós, su mirada me decía quédate. Mientras su mirada mostraba un miedo enorme ante lo que estaba pasando, me abrazaba con fuerza sin dejarme escapar, sin permitir que me fuera de su lado.
                ¿Dónde había quedado esa persona indiferente que había conocido? Seguía ahí a mi lado, mirando los coches pasar mientras pensaba en sabe dios qué. Pero ¿qué era diferente ahora?
                Que ya no veía a esa persona con los mismos ojos. Para mí no era la persona indiferente que conocí… Era una persona que mostraba las cosas a su manera. Que decía con la boca no mientras su cuerpo decía sí. Empecé a entender su manera de decirme las cosas, empecé a entender que me gustaba aprender todo lo posible de esa persona…
                Tirarme horas sentada a su lado mientras hablamos de momentos de nuestras vidas y nos miramos con intensidad, mientras mi mano acaricia la suya o mientras la suya acaricia mi cara con delicadeza…
                Durante esas horas que compartimos para mí el mundo desaparece. Es como darle al pause y que nada ocurra a tu alrededor. Solo estamos nosotros dos y nuestras experiencias en la vida, nuestros momentos compartidos, nuestras dudas, nuestras valías, nuestras muestras de cariño, nuestras risas, nuestras miradas… Miradas que dicen tantas cosas….
                Cada momento que comparto con esta persona, cada momento que estoy con esta persona… Es lo mejor que me ha pasado en tiempo, lo disfruto al máximo y me da una sensación de tranquilidad… De paz…Que podría pasarme toda la vida abrazándole y disfrutando de su mirada…
                Siempre me consideré una chica feliz, que aprecia las cosas que tiene sin ser muy ambiciosa… Pero lo que ahora siento… Es algo que nunca antes había sentido… Algo que me llena por dentro, me completa…
                Una mirada…Una simple mirada y ya puede caer una bomba a mi lado que yo quedaré hipnotizada por esa mirada, con una sonrisa tonta en la cara y sintiéndome la chica más afortunada por poder tener este sentimiento dentro de mi…