domingo, 11 de septiembre de 2011

El despertar...

                La luz empezó a colarse entre las cortinas de la ventana ya que con la pasión del momento no había recordado bajar la persiana para evitar este momento. Mi cara mostró el desencanto al haberme despertado de esa manera tan poco agradable y me estiré de forma sonora abarcando lo máximo que podía en la cama. Y en ese momento lo noté, la piel suave de la persona que me acompaña en ese momento.
                Abrí los ojos poco a poco debido a la molestia que causaban los rayos del sol y cuando la vi ahí tumbada dándome la espalda mientras notaba su respiración tranquila, mostré una gran sonrisa. No se había ido esta vez como era costumbre cada vez que pasábamos la noche juntos ¿Sería un descuido o sería que algo había cambiado?
                Me acerqué lentamente a ella y pase mis dedos de forma delicada por su espalda desnuda, notando una a una cada una de sus vértebras y acariciándolas con delicadeza como quien está tocando una obra de arte. Luego posé mi mano en su cintura y uní el espacio que quedaba entre mi pecho y su espalda mientras le daba un beso lleno de ternura en su hombro.
                Ella pareció reaccionar ante mis gestos con un ligero temblor de su cuerpo y luego elevó su brazo primero buscando mi cara y luego, cuando la localizó, la empezó a acariciar tiernamente y yo cerré los ojos disfrutando del gesto y dándole un beso en la mano. Luego ella se giró quedando boca arriba y abrió poco a poco los ojos.
                Cuando nuestras miradas se encontraron ambos mostramos todo el cariño que sentíamos en ese momento, sin tapaderas, ni falsas caras, ni ninguna cosa parecida. Simplemente lo que sentíamos en ese momento lo mostramos el uno al otro sin tapujos. Y yo me sentí feliz, totalmente completo al ver como esa chica que me volvía loco se mostraba ante mi tal y como era, algo que ocurría en muy pocas ocasiones.
                Un impulso nació en mi reaccionando ante esa mirada y me acerqué para unir nuestros labios primero en un beso lento dándole en el todo el amor que procesaba por ella y luego aumenté la intensidad mientras ella me abrazaba con sus brazos y acariciaba con delicadeza mi espalda y yo posaba mi mano en su estómago y daba círculos despacito alrededor de su ombligo.
                Cuando nos separamos, yo mantuve mis ojos cerrados un rato más mientras suspiraba sonoramente mostrando en ese suspiro la paz que sentía en ese momento. Cuando volví a abrir los ojos, ella me miraba divertida.
                -¿Qué ocurre?-susurré observando su cara.
                -Tu cara fue graciosa-dijo mientras reía levemente. Me encanta su risa, era tan natural y tan llena de vitalidad que sin querer siempre me contagiaba y acaba o sonriendo o riéndome con ella. Como respuesta le di un breve beso.
                Luego llevé mi mirada a la ventana en donde ya un sol potente se veía a través de ella. No hacía falta ver el reloj para saber que debían de ser casi las 12 de la mañana. Tenía una pregunta en mente pero no sabía si soltarla o no. Tenía miedo de saber su respuesta y casi prefería imaginarme que los motivos por los que todavía me acompañaba era porque quería estar conmigo.
                Ella me observaba con sus ojos inquisidores que pone cuando trata de saber que concho se me pasa por la mente. Yo volví los ojos hacia ella y sonreí al verla con esa cara que ya se estaba volviendo una costumbre en ella. Luego traté de besarla para que no hiciese su pregunta estrella pero se apartó ligeramente de mí y me soltó:
                -¿Qué pasó?-dijo haciéndose como la ofendida.
                -Nada mujer-solté yo atrayéndola hacia mí. Ella seguí negándose.
                -Nada no… ¿Qué pasó?
                Suspiré pero esta vez con cansancio, sabía que podía seguir evitando el tema pero ella al final se ofendería de verdad, aunque no lo aparentara, y sería peor el remedio que la enfermedad. Siempre conseguía saberlo todo de mí.
                -¿Cómo es que todavía sigues por aquí hoy?
                Ella me observó y durante un instante pude ver las dudas en sus ojos sobre que decir. Luego se encogió de hombros mientras cerraba los ojos y cuando los volvió a abrir ya no había rastro de esas dudas.
                -No sé… Se me dió por ahí-dijo mientras sonreía y acortaba el espacio entre nuestros labios dándome un breve beso.
                Yo sonreí con cansancio… Como odiaba esa respuesta… Luego ella se levantó de la cama mostrando todo el encanto de su cuerpo a los rayos del sol. Yo la miré perdido en mis sentimientos mientras ella iba poco a poco recogiendo sus ropas y luego empezaba a vestirse.
                Cerré los ojos tumbándome boca arriba en la cama ¿Para qué habría preguntado nada? Si me hubiese inventado otra cosa como hacía aveces quizás aún la tuviera a mi lado. Pero tuve que sacar el tema y ella una vez más escapaba. Huía de su miedo que irónicamente era yo…
                Cuando volví a abrir los ojos ella ya no estaba en la habitación. Seguramente en unos segundos escucharía la puerta de la entrada abrirse, como todas las mañanas que ella marchaba mientras pensaba que aún estaba dormido, y no volvería a saber de ella hasta la tarde cuando yo la llamase para quedar un día más desde hacía ya unos cuantos meses… Desde que nos habíamos conocido.
                Pero para mi sorpresa, en esos segundos ella volvió a aparecer en la habitación vestida y preparada para irse, se acercó a mí me dió un beso totalmente apasionado y luego al separase y dándome la espalda me susurró:
                -O quizás fuera porque me apetecía quedarme…contigo.
              Y se fue mientras yo me quedaba mirando la puerta porque la que había desparecido con cara de tonto enamorado. ¡Oh dios si! Estaba perdidamente enamorado de esa mujer que un día de estos me iba a volver loco.
                Loco de amor.